Hoy llegué a tu casa apenas soy un pequeño cachorrito, quepo entre tus pequeñas manos, así me llevas a todos lados y yo soy feliz a tu lado. ¡Lo siento! Yo no quería que te regañaran por mi culpa, inconscientemente mastique el zapato de tu mamá ¿Verdad que a pesar de todo soy tu mejor amigo? Sí, yo lo sé, constancia de ello es que en cuanto tu mamá ha salido de la habitación, me has puesto de panza y acariciándome me decías. “no lo vuelvas hacer”.
Hoy me enseñaste a hacer mis necesidades en un solo lugar, no fue trabajo fácil pero después de tantos regaños aprendí y gracias a ello me has permitido dormir al pie de tu cama.
Hoy me has contado que has reprobado tu examen y que no sabes que te dirá tu mamá, pero también me has dicho que tienes unas amigas geniales y con un abrazo me diste las buenas noches, por qué mañana iremos a caminar por el parque, me conformaré con verte saborear tu helado, según tú no es bueno para los perros, no estoy seguro de ello, pero para que veas que te quiero y creo en ti, te esperaré bajo la sombra de ese árbol mientras terminas.
Han pasado los años y me has dicho que te has enamorado, que él es un hombre maravilloso y te hace sentir genial. Es uno de los motivos por los qué ahora mi compañía ya no es tan indispensable para esos paseos por las tardes y domingos, pero aún así me vuelvo loco cuándo te veo.
Hoy te has casado y a tu esposo no le parezco tan simpático como a ti, pero por qué sé que tú lo amas, te prometo que le obedeceré en todo.
Hoy hace ocho días que no sé de ti y ¿Sabes? Estoy un poco triste, espero verte pronto.
Hoy si mis ojos pudieran hablar sabrías que dicen; ¡Qué alegría! Has vuelto a casa y en brazos traes un bebé, te has pasado de largo y no me has saludado, ¿Qué importa eso? Sé que estás feliz.
Hoy están tomando el sol, me acerqué y olí su piel rosada, tu bebé es precioso, pero en cuanto me vio tu esposo ha dicho que soy un peligro para él y me ha llevado a una jaula.
Hoy he escuchado que te irás de casa, tu trabajo así lo requiere yo temblando de miedo supe que me dejarías y no pude evitar llorar, me abandonará mi única familia tú. Tocaste mi nariz y acariciaste mi espalda evitando la mirada, yo quería decirte “no te preocupes, te voy a echar de menos” y lo expresé lamiendo tu mano. Escuché tus pasos que se perdían en el camino.
Hoy a pasado mucho tiempo y no sé nada de ti, soy tu mejor amigo, nunca mordí tu mano que era la que me daba de comer. No sé cuántos años más me queden de vida, pero espero ese día en que mi olfato te reconozca a pesar de la distancia, saltaré de felicidad como solo lo hace quien ama fiel y sinceramente.